El otoño y el invierno son los periodos del año en el que este problema de salud es más común en la sociedad
VÍDEO: ¿POR QUÉ NOS SENTIMOS MÁS TRISTES CUANDO CAMBIAMOS DE ESTACIÓN?
Para muchas personas, la llegada de los meses más fríos del año, durante el otoño e invierno, con menos horas de luz, vienen acompañados de sensaciones de desánimo, cansancio y abatimiento.
Estos síntomas forman parte de un cuadro característico de un problema de salud propio de este periodo del año denominado trastorno afectivo emocional.
“Es un trastorno depresivo recurrente que va y viene con las estaciones. Como mínimo dos años seguidos. Pero lo más destacable es que hay una remisión al cambiar de estación”, apunta a Eltiempo.es Connie Capdevila, psicóloga clínica, doctora en Psicología y vocal de la junta de gobierno del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya (COPC).
«No obstante, no se debe confundir con un episodio de depresión que ocurre durante el invierno y también es importante que no esté relacionado con un tema estacional ya sea por el calendario escolar o el desempleo estacional o este tipo de factores externos», añade Capdevila.
Se calcula que entre el 1 y el 10 % de la población puede padecer este trastorno estacional en algún momento de su vida
En concreto, hemisferio el día más corto del año es el solsticio de invierno, este año será el día 22 de diciembre y el día durará 9 horas y 17 minutos. «Este punto supone el comienzo del invierno astronómico (el climatológico comienza el 1 de diciembre). Entorno a esa fecha los días son los más cortos del año, y además en invierno también es habitual que se den días grises o con poca luz solar, un factor que también puede afectar al ánimo», destaca Irene Santa, meteoróloga de Eltiempo.es
Según las estimaciones, se calcula que entre el 1 y el 10 % de la población puede padecer este trastorno en algún momento de su vida, en diferentes intensidades. Asimismo, es un problema de salud más frecuente en mujeres y en edades comprendidas de entre 20 y los 35 años. “La incidencia decrece con la edad y se ha visto que en los países nórdicos tienen más frecuencia a este tipo de trastornos”, apunta esta experta.
En concreto, los síntomas frecuentes de este trastorno afectivo estacional suelen ser el enlentecimiento de la actividad física, dificultades para despertarse por la mañana, una menor energía, tristeza, perspectiva sombría, deseo de ingesta de carbohidratos y aumento de peso. En los casos más graves, el paciente puede llegar a tener pensamientos de suicidio.
Es importante que sea un profesional quien diagnostique este tipo de trastornos
Este tipo de cuadros remiten al cambiar de estación y suelen desaparecer en primavera y el verano, por lo que es más común en las estaciones más frías, cuando hay menos luz solar y los días son más cortos.
“No obstante, hay algunas personas que tienen episodios de depresión que comienzan en la primavera verano, aunque es menos común y un poco diferentes en cuanto a la sintomatología”, destaca Capdevila.
De todos modos, hay que tener en cuenta que estos síntomas pueden coincidir con otras patologías y problemas de salud por lo que su diagnóstico debe ser preciso para pautar la terapia más adecuada a cada caso.
“Hay que descartar que no sea la presentación de otra cosa que coincida con otras patologías que se parezcan. Por ejemplo, actualmente, se da muchas sintomatología depresiva ahora por la COVID-19 por lo que podemos encontrar muchos más efectos por los confinamientos y que coincide con el otoño y el invierno. Por eso, es importante que sea un profesional quien diagnostique este tipo de trastornos”, recalca la doctora en Psicología.
Para tratara el trastorno afectivo estacional, lo más adecuado es acudir a un profesional de la psicología que indique el tratamiento y la terapia más adecuada a cada paciente, de forma personalizada. De todos modos, pequeñas acciones del día a día, también pueden ayudar a sobrellevar en cierta medida este tipo de problemas de salud.
Se recomienda permanecer en lugares más luminosos y levantar bien las persianas durante los meses de otoño e invierno
Por ejemplo, se debe intentar cambiar de forma saludable las conductas evasivas y a mantener las relaciones sociales y la realización de actividades al aire libre. Del mismo modo, se debe aprender a gestionar las situaciones de estrés.
Para todo ello, una buena medida es permanecer en lugares más luminosos y levantar bien las persianas. “A veces las personas con ese trastorno tienden a aislarse y no están en contacto con la luz solar y se recomienda actividades fuera salir para que les dé el sol y el aire libre, especialmente por la mañana. Además, la realización de actividad física también ayuda mucho”, concluye Capdevila.