Testimonios de

Individuales

“Cuando empecé las sesiones de terapia, no sabía cómo etiquetar mis problemas. Lo único que tenía claro es que mis mecanismos para afrontar los problemas No me eran útiles. Durante nuestras sesiones, la Dra. Capdevila a menudo se centraba en mis problemas con la ansiedad y la asertividad. Así descubrí, al menos en mi caso, que ¡las dos a menudo van juntas! A pesar de ello, aún no tenía ni idea de cómo denominar mis problemas, y mucho menos, sobre cómo solventarlos. Ahora, tengo la sensación de que todo cuanto aprendí en su terapia me resulta tan obvio que no me puedo creer que no me diera cuenta antes de que padecía problemas de ansiedad y falta de asertividad. Muchas de las sugerencias que la Dra. Capdevila me hizo sobre cómo superar mis dificultades resultaron tan simples, y tenían tanto sentido, que las asimilé rápidamente como algo natural en mi.

Siempre pensé que tenía facilidad para ser una buena comunicadora, y por tanto me sorprendió que la Dra. Capdevila me empezara a hablar sobre asertividad. Tendía a esconder mis propias necesidades y a priorizar el bienestar de otras personas sobre el mío propio. Evitaba la confrontación. Lo hacía porque a menudo es más importante para mí caer bien que escuchar y atender mis propias necesidades. Lo hacía, también, porque era un reto para mí expresar rabia de manera asertiva. Lo cual no quiere decir que estuviera enfadada. Lo hacía, y cuando lo hacía, tendía a no dejarme expresarlo. Eso me llevó a preguntarme, a mi misma y a las personas relacionadas con esa situación puntual, qué me ponía rabiosa. Gasté un montón de tiempo y energía tratando de pensar si era correcto sentirme enfadada, si la persona está siendo incorrecta al sentirlo o si soy yo quien está equivocada.

Gracias a la terapia aprendí que, en cambio, puedo expresar mis necesidades de manera asertiva. Con el apoyo de la Dra. Capdevila, empecé a hacerlo y, hasta ahora, estoy sorprendida con el resultado. Los que me rodean parecen apreciarlo, tras la sorpresa inicial. Al hablarlo claro, actualmente tengo mayores oportunidades de ser tenida en cuenta y respetada. Como señaló la Dra. Capdevila, guardándome dentro mis frustraciones también creaba distancia entre mí y las personas que quiero. Hablarlo les permite conocer otra parte de mí, les permite relacionarse mejor conmigo, saber cómo me siento. Ya no gasto horas inútilmente dándole vueltas a lo que está bien o mal en tal o cual situación. Otra de las cosas que aprendí consiste en no esperar que la gente respete mis necesidades si no sabe cuáles son, ni en qué consisten.

También conocí modos de llevar mejor mi ansiedad. Mis ansiedades están ahora, en su mayor parte, vinculadas a mi trabajo. Sentía pensamientos obsesivos sobre ser una fracasada o rechazada en mi sector profesional. Hasta ahora, en el corto tiempo en el que hemos realizado terapia juntas, menos de tres meses, he aprendido a identificar cuando estaba sufriendo pensamientos obsesivos y a distinguir tales pensamientos de la realidad.

Mis pensamientos sobre el sentimiento general de fracaso han mejorado sensiblemente. Realmente, hay escasa evidencia de ello y, en cambio, muchas pruebas que demuestran que tengo lo necesario para triunfar en mi sector. Resulta muy estimulante permitirte, al fin, creer en ti misma: ¡Tengo lo que hace falta! Sinceramente, la terapia me ha hecho ver que era demasiado autocrítica y dura conmigo misma.

Lo que más aprecio de la Dra. Capdevila es que nunca dramatizó mi situación. Mientras yo sentía que había algo en mí que no funcionaba bien, ella siempre me trató con dignidad y respeto, como alguien completamente competente y capaz de manejar su propia vida. Ella nunca hizo ninguna presunción sobre mí, tal y como me había sucedido antes con otros terapeutas. En cambio, sugirió situaciones y marcos interpretativos, y me permitió decidir cual se ajustaba mejor a mí. Adaptó un papel de observadora y me ofreció interpretaciones alternativas a la mía. A menudo me sentí sorprendida y liberada por las alternativas que me propuso. También, abrumada por sus sugerencias: “¿Qué quiere decir que mantengo distancia con la gente si no les comunico mis necesidades? ¡Nunca lo había pensado así!”. Ella me sugirió esas alternativas y las discutimos juntas. En el proceso, me guió y ofreció ayuda y consejos válidos. Lo hizo mientras me ayudaba a tomar responsabilidades sobre mí misma”.

Mujer, 34 años

“Para mí, uno de los aspectos más frustrantes tras mi diagnóstico de infertilidad fue el consejo de familia y amigos de que debía dejar de estresarme o solo empeoraría la situación. Pero, ¿cómo podía relajarme si formar una familia era el mayor deseo y ambición de mi vida? Después de un intento desastroso de fertilización in vitro y de meses de estar cada vez peor solo con que me mencionaran el embarazo de alguna amiga, estaba claro que debía enfrentarme a mis sentimientos. Me sentía como si estuviera perdiendo la razón. ¿Por qué sentía tanto dolor y envidia cuando una amiga se quedaba embarazada? No era su problema si yo no podía concebir. Entonces, ¿por qué no me podía sentir feliz por ella? Como resultado, decidí pedir ayuda a un psicólogo para superar esos sentimientos, para entenderlos mejor. A través de la terapia, comprendí las raíces de mi extrema ansiedad y aprendí técnicas que me ayudaron a difuminar tales sentimientos. También aprendí a superar mi ocasional falta de asertividad, que ayudó a mejorar muchísimo  mi relación con mis colegas de trabajo, marido y familia. Antes de acabar el tratamiento, había aceptado el hecho de que no podía controlar mi fertilidad y a comprender que el camino iniciado gracias al trabajo con la Dra. Connie solo formaba parte de mi ‘programa’. Realicé otros cambios en mi vida, tales como trabajar menos, hacer menos ejercicio físico, practicar yoga y seguir los principios de la medicina tradicional china, mientras seguí yendo a una clínica de fertilidad. Estoy segura que la terapia, junto a los cambios realizados en mi estilo de vida, la acupuntura y la herboristería china, jugaron un papel fundamental en el resultado de embarazo positivo recibido tras nuestro primer intento de inseminación intrauterina. Pero yo ya había resuelto temas subyacentes y podía aceptar un resultado positivo o negativo de embarazo. La infertilidad afecta a una necesidad muy primaria: El deseo de convertirte en madre. No podía “relajarme tranquilamente” porque sería lo mejor para mí. Necesitaba que la Dra. Connie me enseñara cómo hacerlo”.

Mujer, 30 años

 “Transcurrido un año tras la repentina muerte de mi padre, me decidí a buscar un psicólogo y encontré a la Dra. Connie Capdevila. Entonces padecía episodios de ansiedad que arruinaban buena parte de mis días y experimenté algunos síntomas de depresión. Había realizado pocos meses de terapia después del fallecimiento de mi padre, pero después del primer aniversario me di cuenta de que necesitaba una manera más práctica de superar mi ansiedad y recuperarme de este año traumático. La Dra. Capdevila me ayudó a entender cómo se disparaban los episodios de ansiedad y cómo se desarrollaban. Y me facilitó herramientas muy efectivas para saberlas llevar en mi rutina diaria. Ahora siento que he regresado a mi ‘normalidad’. También trabajamos en aspectos como la comunicación asertiva y las relaciones sociales, entendiendo mis emociones y sabiendo afrontar mi duelo”.

Mujer, 24 años

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